La agilidad es la capacidad de ser flexible, receptivo y adaptable a los cambios que se producen a tu alrededor. Cuando una parte interesada te pide que le entregues algo que no habías planeado, tu respuesta es una medida de tu agilidad. Pero, ¿cuánta agilidad es suficiente?
Una vez formé parte de una organización que era extremadamente ágil. Cada vez que alguien en la organización tenía una idea, enviaba a los desarrolladores en una nueva dirección, a menudo antes de que hubieran implementado la idea anterior. Era como un velero sin timón. Aunque teníamos un rumbo previsto, nunca lo seguíamos y, en cambio, estábamos a merced del viento para ver hacia dónde nos dirigíamos ese día.
También he estado en una organización en la que querían planes detallados a dos años vista, y cualquier desviación del plan en cascada requería un «acto de Dios». En esta organización, por lo general, sabíamos exactamente adónde íbamos. Por desgracia, también sabíamos que, si llegábamos allí, estaríamos en el lugar equivocado. El mundo nunca espera. Un objetivo fijado para satisfacer las necesidades de las partes interesadas hoy rara vez coincidirá con las necesidades de las partes interesadas dentro de dos años.
Obviamente, cada uno de estos extremos tiene sus pros y sus contras. A menudo me pregunto por qué tantas organizaciones parecen vivir en uno u otro extremo. Creo que ninguno de los dos es la respuesta correcta para la mayoría de las organizaciones.
¿Cuánta agilidad es suficiente?
No existe una respuesta correcta absoluta. Cada organización y proyecto tendrá su propia respuesta correcta, e incluso es probable que cambie con el tiempo. Pero creo que, para la mayoría de las organizaciones y proyectos, la respuesta debería ser lo que yo llamo agilidad bien gestionada.
La próxima vez hablaré de lo que entiendo por agilidad bien gestionada y de cómo se puede conseguir. Mientras tanto, me encantaría conocer tus experiencias con la agilidad o la falta de ella.
Dave Sturrock
VP Productos – Simio LLC